El próximo día 20 de enero Marcos Ana cumple 96 años. Con mucho sentido del humor cuando cumple años dice “son años de edad”, de vida tengo muchos menos. ¿Cómo es posible?
Marcos, a la edad le resta los 23 años que pasó en la cárcel, así este mes cumple 73 años. Entró en prisión con 19 años y salió con 42. Es la persona que de manera continuada ha pasado más tiempo en las cárceles franquistas.
Su verdadero nombre es Fernando Macarro. Con quince años se afilió a las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU). Al producirse el golpe fascista contra el gobierno democrático de la II República, en julio de 1936, se va al frente, pero le devolvieron a casa por ser menor de edad. Se incorporó finalmente en 1938. Al acabar la guerra fue encarcelado y torturado. Le denunció un amigo que se había hecho confidente. Estuvo en la cárcel de Porlier, recuerda cuando las madres iban a llevar “el paquete” y se tenían que volver, el funcionario les decía “No, señora, su hijo ha sido fusilado”. Muchas mañanas no sólo faltaban los que habían fusilado, sino que también muchos aparecían muertos de hambre o de frío.
Se le juzgó en dos ocasiones y en las dos la pena fue condena de muerte; era lo habitual en esos días. Cuando las penas se conmutaron por 30 años de prisión a Marcos Ana le cayeron 60 años. En la cárcel comenzó a escribir poemas, en la década de los cincuenta, firmando como Marcos Ana, en homenaje a sus padres. En Porlier coincidió con Buero Vallejo y con Miguel Hernández, cuando éste murió en 1942 en la cárcel de Alicante, los presos le hicieron un homenaje clandestinamente, lo titularon Sino sangriento. En esta misma cárcel participó en la creación del periódico Juventud, en 1943. Posteriormente fue trasladado a las prisiones de Ocaña, Alcalá de Henares y Burgos; donde permaneció de 1946 a 1961.
En uno de sus poemas ante el interés de Rafael Alberti por su situación, le respondía:
Mi vida
os la puedo contar en dos palabras:
Un patio
y un trocito de cielo donde a veces pasan
una nube pérdida y algún pájaro
huyendo de sus alas.
Cuenta que al salir de prisión vomitaba los alimentos, no podía subir a un vehículo, sus ojos no se adaptaban a espacios abiertos y cuando salía al campo se mareaba… no conocía y no entendía muchas cosas del mundo al que había salido.
Se exilia en Francia; el Partido Comunista al que se había afiliado en 1937, le encarga organizar el Centro de Información y Solidaridad con España (CISE) presidido por Picasso y con el apoyo de intelectuales franceses como Yves Montand, Piccoli, Jean Paul Sartre, Jean Cassou y los exiliados españoles; ayudan a dar conocer en todo el mundo la situación de los presos políticos en España. La noche antes del fusilamiento de Julián Grimau (20 abril 1963), hizo un último llamamiento a la clemencia desde Radio París.
Fue amigo de Pablo Neruda. En relación al Ché cuenta una anécdota; cuando en Bolivia mataron a Ernesto Guevara en el macuto que portaba con sus pertenencias encontraron los poemas de Marcos Ana.
Volvió del exilio a finales de 1976 cuando el Gobierno Español le entregó el pasaporte.
Se da a conocer en nuestro país con la publicación del libro Decidme cómo es un árbol (2007) su gran amigo José Saramago le hace el prólogo. En 2009 es propuesto para el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia por la Universidad de Granada, a pesar de los muchos apoyos nacionales e internacionales de personas muy relevantes, no se lo concedieron. En 2010 fue el primer galardonado con el Premio René Cassin de Derechos Humanos, otorgado por el Gobierno Vasco por su actitud al salir de prisión, al defender “la paz y el diálogo y rechazar cualquier deseo de venganza”.
Con este motivo, Marcos Ana declaraba:
“La única venganza a la que yo aspiro es a ver triunfantes los nobles ideales de libertad y justicia social, por los que hemos luchado y por los millares de demócratas españoles perdieron la libertad o su vida”.