Dionisio Nieto Gómez es una de las figuras más destacadas a nivel mundial en el campo de la psiquiatría. El profesor Nieto se exilió en México al finalizar la Guerra Civil española.
Nació en Madrid el 13 de marzo de 1908. Se doctoró en medicina en la Universidad Complutense de Madrid a los 24 años, y se marchó a Alemania a ampliar estudios con una beca de la Junta de Ampliación de Estudios, que presidía en aquel momento Ramón y Cajal.
A su vuelta a España, trabajó en el Hospital General y en el Instituto Cajal hasta que comenzó la Guerra Civil. Estuvo al servicio de la República como médico de aviación, realizaba los exámenes y reconocimientos de los pilotos en campaña. A partir de 1938 se trasladó a Tánger en misión secreta para llevar mensajes del General Asensio a los líderes del norte de África que estaban a favor de la República para que intentasen una sublevación de las fuerzas marroquíes en contra de Franco.
Al finalizar la guerra, Dionisio Nieto pasó a Casablanca y desde allí viajó a París. En Francia trabajó con el prestigioso doctor Clovis Vincent, quien gracias a sus amistades policiales evitó que el español fuera a un campo de concentración. Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, Dionisio Nieto salió desde Burdeos hacia Santo Domingo en el último barco fletado por el Gobierno republicano, de ahí se trasladó a México.
Rápidamente se incorporó a la actividad docente en la Facultad de Medicina de la UNAM donde un grupo de científicos exiliados iniciaron investigaciones cerebrales que adquirieron gran importancia en el campo de la psiquiatría; encontraron algunas alteraciones en el cerebro que pueden explicar la enfermedad de la esquizofrenia. Otra de las grandes aportaciones fue respecto del diagnóstico de la Cisticercosis cerebral, enfermedad muy frecuente en México. El grupo de Dionisio Nieto consiguió sistematizar la reacción del líquido cefalorraquídeo para diagnosticar la enfermedad.
“México se benefició de gentes que llegamos con cierta preparación, hubiera podido ocurrir que las hubiera aprovechado España”, recordó sobre la pérdida científica para nuestro país que significó la dictadura franquista.
En 1977 comenzó a viajar a España casi todos los años. En 1983 recibió la Medalla de Oro de la Universidad Complutense de Madrid, en un acto en el que el Rector de la Universidad, Francisco Bustelo, destacó la injusticia del exilio y lo calificó de “símbolo de desagravio hacia todos los que se marcharon”