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¿CUÁL HABRÍA SIDO LA REACCIÓN EN EUROPA?

La Embajada de la Federación Rusa a través de su cuenta de Twitter denunciaba recientemente que se habían cubierto de simbología e insultos nazi-fascistas y antisemitas los monumentos existentes en el madrileño Cementerio de Fuencarral:

En memoria de los españoles que combatieron por la libertad de Europa 1939-1945
En memoria de los españoles que combatieron por la libertad de Europa 1939-1945
En recuerdo de los Voluntarios Sovieticos
Homenaje a las Brigadas Internacionales

Ante estos hechos ¿Qué decir?

Primero superar el estupor, porque aun siendo agresiones recurrentes nunca dejaremos de asombrarnos. En segundo lugar, poner de manifiesto de manera contundente la indiferencia institucional, y finalmente exigir que actuaciones como estas sean tratadas como delitos de odio, con las consecuencias correspondientes, acabar con la indiferencia institucional, excitar la intervención judicial y poner a los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado democrático a perseguir estos delitos.

Estas conductas de intolerancia están proliferando, la extrema derecha se siente fuerte, algunos acontecimientos políticos hacen que se incrementen sus actos, siempre agresivos, sin ningún pudor.

Pero las repercusiones que tienen estas acciones para sus protagonistas en nuestro país son prácticamente nulas. A día de hoy en España, ante los hechos acontecidos, legalmente poco se puede hacer. El Código Penal actual no permite castigar la apología del fascismo por sí sola. No se pueden perseguir conductas que “sólo” enaltezcan a una ideología,   por muy antidemocrática o peligrosa que ésta pueda llegar a ser.

Ciertamente, existe en el Código Penal un artículo (510), que prevé los delitos de incitación al odio, discriminación o violencia. No obstante, para poder aplicar este artículo, es necesario reunir una serie de condiciones que en la práctica hacen muy difícil la intervención judicial ante estas conductas de exaltación fascista.

En Francia, Italia, Alemania, en definitiva en Europa, en esa Europa a la que pertenecemos ¿Se habría permitido? ¿Cuál habría sido la reacción? ¿Cómo se actúa en otros países de nuestro entorno a los que constantemente nos estamos refiriendo?

Los países citados han vivido, como España, los horrores del fascismo y del nazismo y por ello han tomado medidas. En los tres países sus respectivos Códigos Penales castigan la propaganda, los símbolos y cualquier manifestación nazi, así como la prohibición de partidos u organizaciones de esta ideología. En Francia se cita explícitamente la prohibición de “muestra o exhibición de cualquier uniforme, insignia o emblema” de organizaciones declaradas como criminales con base al Estatuto del Tribunal Militar Internacional. En Italia la propia Constitución prohíbe la reorganización del partido fascista. Así pues el nazismo y el fascismo está absolutamente proscrito por ley en los países que lo sufrieron, excepto en España.

Parece de sentido común, además de una cuestión de calidad de la democracia que España, al igual que los países mencionados, desarrolle leyes que prohíban la apología del fascismo. ¿Por qué en nuestro país los diferentes gobiernos democráticos han tolerado durante tantas décadas lo que en Europa es un delito?

Estas conductas van más allá de un ejercicio de libertad de expresión de pintadas y contrapintadas, que es a donde quieren conducir el debate. No vamos a caer en esa trampa, son acciones graves con consecuencias que comportan un riesgo para las personas y la convivencia poniendo en peligro la propia democracia.

Justificar la dificultad de la tipificación como delito de estas agresiones en el Código Penal y ampararse en las interpretaciones del Tribunal Constitucional, enmascarándolas como ejercicios de libertad de expresión es un acto de hipocresía.

En el segundo país del mundo con más desaparecidos provocados por el nazi-fascismo según Naciones Unidas ¿Cómo podemos definir esta conducta jurídico institucional? ¿Acaso negar el holocausto y los campos de concentración, es un ejercicio de libertad de expresión?

Es inevitable que emerja la siguiente pregunta: El Código Penal español castiga la apología del terrorismo ¿No nos encontramos ante el mismo problema? ¿Por qué castigar una conducta apologética y no la otra?

Es una cuestión de dignidad que España apruebe una contundente ley que prohíba toda apología o enaltecimiento del fascismo y, por supuesto, lo condene y resarza a las víctimas.

Nos dirigimos a nuestros representantes; señores diputados no han atacado unos monumentos privados, han atacado unos monumentos que rinden memoria, recuerdo y homenaje a personas dignas que dieron su vida luchando contra el nazi-fascismo para defender la democracia, primero en España los Voluntarios Soviéticos y los voluntarios de las Brigadas Internacionales, después en Europa los republicanos españoles en el exilio, sí, defendiendo la democracia ni más ni menos.

Nuestras instituciones democráticas se deben dar por aludidas porque estos monumentos son suyos.

Asociación de Descendientes del Exilio Español

Madrid, Cementerio de Fuencarral, 2 de septiembre de 2017

 

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