Este artículo ha sido publicado en Crónica Popular 8 de marzo de 2019
José Manuel Pérez Carrera
Profesor de Literatura Española y crítico literario. Coordinador para AMESDE del Taller de Lectura Memoria de la Guerra Civil en la Literatura.
En la tarde del pasado jueves, siete de octubre, se ha dado el nombre de Luisa Carnés a un parque de Madrid situado en el barrio de Saconia-Ciudad de los Poetas, distrito de Moncloa-Aravaca. Presidió el acto la concejala del distrito, Montserrat Garcerán y leyeron unos textos entrañables dos de los nietos de la escritora.
Este reconocimiento se enmarca en la política del Ayuntamiento madrileño de dar visibilidad a tantas mujeres que han sufrido un injusto olvido, casi siempre por ser mujeres y por ser republicanas.
Como, por desgracia, Luisa Carnés es una escritora muy poco conocida, redacto esta rápida semblanza para los lectores y lectoras de Crónica Popular.
Luisa Carnés nació en Madrid, en la calle Lope de Vega, en el seno de una familia trabajadora: su padre era barbero y practicante y su madre ayudaba al sustento familiar lavando y planchando ropa. Ya en el exilio rememoraba con nostalgia este lugar:
“Era una vivienda de clase media, de empinada escalera, que olía siempre a verdura cocida (…) Recuerdo los cuatro pisos que había que subir, y el fatigoso jadeo de mi madre, que llegaba cargada con el saco de la ropa sucia de la parroquia, el techo abuhardillado de la cocina y de la alcoba donde yo dormía, y el pequeño corredor de baja techumbre, lleno de sol, en cuya ventana teníamos pequeños tiestos de hierbabuena y sándalo (…) Rodeada de tiestos, no sé qué esperaba yo allí sola, asomada a un tejado y a un trozo de cielo”.
A los once años tuvo que ponerse a trabajar, primero como aprendiza y luego como maestra en una tienda de sombreros. Allí estuvo hasta los dieciocho años. Otro año más lo pasará en un obrador de pastelería, hasta que consiga un empleo administrativo en la editorial CIAP, lo que permitirá a la joven conocer y tratar a periodistas y escritores. Por esas fechas comienza a publicar sus primeros artículos y relatos cortos, ella que hasta entonces había sido una voraz lectora autodidacta.
Sus primeros libros narrativos son Peregrinos del Calvario (1929), Natacha (1930) y Tea Rooms (mujeres obreras) (1934). Con los dos últimos Luisa Carnés se integra de pleno en el movimiento de novela social de protesta muy característica de aquellos años.
En el año 1931 nació su único hijo, Ramón, fruto de su relación con el cartelista Ramón Puyol, algunas de cuyas creaciones se pueden ver ahora en la exposición de la Biblioteca Nacional en Madrid La seducción del libro. Cubiertas de vanguardia, 1915-1936.
En los años de la Guerra Civil (1936-1939) Luisa Carnés militó activamente en defensa de la legalidad republicana: colaboró en publicaciones periódicas que alentaban el esfuerzo de las milicias y estrenó la obra Así empezó en un teatro de Madrid, dentro de las actividades del colectivo “Altavoz del frente”. 1
Tras la guerra, como otros tantos miles de españoles, Luisa Carnés tuvo que marcharse al exilio, primero a Francia y luego a México, donde llegó en mayo de 1939, junto a su hijo y su nueva pareja, el poeta Juan Rejano.
En la capital mexicana vivió el resto de su vida, aunque hizo algunos viajes fuera del país. Su muerte fue inesperada: el día ocho de octubre de 1964 (hace ahora exactamente 55 años) falleció víctima de un accidente de coche, a la edad de cincuenta y nueve años, cuando regresaba de una celebración del Día de la Mujer en la que ella misma había intervenido. 2
En México, Luisa Carnés siguió compaginando sus tareas de ama de casa con la de periodista y escritora, aunque a su muerte dejó media docena de obras (de teatro y novelas) sin publicar. Con todo, había conseguido editar una biografía de Rosalía de Castro y la novela Juan Caballero, sobre la lucha de los maquis antifranquistas de los años cuarenta.
El olvido de la vida y la obra literaria de Luisa Carnés se ha sustentado en un cuádruple silencio: era mujer, pertenecía a la clase trabajadora, había sufrido el exilio y, para colmo de todo, era una roja. Con tal pedigrí es fácil explicarse porqué ha sido una figura silenciada hasta ahora.
Por suerte para nosotros, recientemente se han publicado tres obras suyas que permanecían inéditas: las memorias de la primera etapa de su exilio, De Barcelona a la Bretaña francesa, su novela sobre el exilio mexicano, El eslabón perdido, y una recopilación de todos sus cuentos. También recientemente se ha reeditado su biografía de Rosalía de Castro y se anuncia la reedición de su novela Natacha. Todos estos libros aparecidos a lo largo del siglo XXI lo han hecho en la editorial sevillana Renacimiento y han visto a la luz gracias al trabajo del profesor Antonio Plaza. De esta manera, a falta de una recopilación de sus innumerables artículos periodísticos, las personas interesadas en conocer de primera mano su obra literaria ya están en condiciones de hacerlo.
1 La obra, de veinte minutos de duración, compartió cartel con otras piezas cortas de César Falcón, Rafael Alberti e Irene Falcón.
2 No deja de ser curiosos señalar que otra escritora exiliada, Constancia de la Mora, también había muerto en un accidente de coche, en Guatemala, en el año 1950.